Las
personas con fibromialgia tienen dolor crónico y sensibilidad a la presión y al
frío en todo el cuerpo, aunque también pueden tener problemas para dormir y
experimentar fatiga y angustia emocional.
Según
estadísticas, la fibromialgia afecta a un promedio de 2,10 % de la población
mundial, al 2,31 % de la europea y al 2,40 % de la población española. De este
porcentaje, el 80 % de las personas con la afección son mujeres.
No
existe cura para esta patología, pero los tratamientos para aliviar los
síntomas suelen incluir analgésicos, antidepresivos y cambios en el estilo de
vida, como aumentar los niveles de actividad física y mejorar los hábitos de
sueño.
Aunque
los investigadores no han estado seguros exactamente de qué causa la
fibromialgia, existen algunas pistas de que el sistema inmunológico podría ser
el responsable. Por ejemplo, las personas con lupus o artritis reumatoide, que
son trastornos autoinmunitarios, tienen más probabilidades que otras personas
de desarrollar la afección.
Los
trastornos autoinmunitarios surgen cuando el sistema inmunológico ataca los
propios tejidos del cuerpo, pero no ha habido evidencia directa de que esto
ocurra en la fibromialgia.
Ahora,
un equipo de investigación integrado por científicos del King’s College de
Londres, la Universidad de Liverpool y el Instituto Karolinska en Estocolmo,
sugiere que muchos síntomas de la fibromialgia ocurren cuando los anticuerpos
del individuo aumentan la actividad de los nervios sensibles al dolor.
Cuando
los científicos inyectaron anticuerpos de personas con fibromialgia en ratones,
los animales se volvieron más sensibles a los estímulos desagradables, pero
también se debilitaron y se movieron menos.
Por
el contrario, ni las inyecciones de anticuerpos de controles sanos ni el suero
de personas con fibromialgia sin los anticuerpos tuvieron efecto en los
ratones. De hecho, los anticuerpos se unían a las células de los ganglios de la
raíz dorsal. Estos grupos de neuronas transmiten señales sensoriales del
sistema nervioso periférico al sistema nervioso central, que consiste en el
cerebro y la médula espinal.
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¿QUÉ IMPLICACIONES TIENE ESTA
INVESTIGACIÓN?
“Establecer
que la fibromialgia es un trastorno autoinmune transformará la forma en que
vemos la afección y debería allanar el camino para tratamientos más efectivos
para los millones de personas afectadas”, asegura David Andersson, investigador
principal del estudio.
Los
anticuerpos de las personas con fibromialgia parecen sensibilizar a los
nociceptores, que son nervios de la piel que envían señales de dolor al cerebro
cuando detectan temperaturas y presiones extremas o sustancias químicas
nocivas.
Los
síntomas de los ratones se resolvieron por completo en 2-3 semanas después de
que los animales eliminaron los anticuerpos humanos de sus sistemas. Esto
sugiere que las terapias que reducen selectivamente los niveles de anticuerpos
en el torrente sanguíneo podrían ser efectivas.
En
este sentido, ya existen técnicas terapéuticas para reducir el nivel general de
anticuerpos en el torrente sanguíneo o para eliminar anticuerpos autoinmunes
específicos. Alternativamente, los científicos podrían desarrollar medicamentos
que eviten que estos anticuerpos se unan a sus objetivos.
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